La cultura regional y venezolana está de luto, el dolor arropa los corazones de quienes conocimos, respetamos y admiramos la vida y obra de Rafaela Baroni, una trujillana universal, cuyo inmenso legado artístico perdurará en el tiempo, pues fue de esos seres humanos que nacen para perpetuarse en la eternidad.
Baroni falleció este lunes 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y en ningún modo puede esto tratarse de una casualidad, ya que con su ejemplo de lucha, de independencia, con su manera de enfrentarse al mundo desde una perspectiva trasgresora y extrovertida demostró que una mujer empoderada es capaz de cambiar el curso de la historia.
Nacida en la Mesa de Esnujaque, del estado Trujillo, el 1 de noviembre de 1935, Rafaela Baroni, fue referente del arte popular venezolano. Siendo considerada una de las creadoras más prolíficas, versátiles y singulares de nuestro país, sintió desde su tierna infancia el llamado del arte en su corazón, al cual se volcó en sus más diversas formas, haciéndose acreedora del Premio Nacional de Cultura Popular, en el año 2006.
Baroni, se acercó a la talla a la edad de cinco años, utilizando el anime como principal materia prima, su encuentro con la madera se produce luego de su segunda crisis cataléptica, a partir de la cual desarrolló su relación de acercamiento y devoción con figuras de la religión católica, muy especialmente con la “Virgen del Espejo”, de quien fue una ferviente creyente, además de ángeles, arcángeles y santos, los cuales dibujó y esculpió en infinidad de ocasiones.
Rafaela Baroni con su trabajo plástico dio a conocer a Trujillo en toda Latinoamérica y en algunos países europeos, no sólo por su excentricidad y particular manera de ver el mundo, siempre alegre, exponiendo con su prosa sus experiencias personales, paisajes y peculiaridades de nuestra tierra, sino por llegar con sus inigualables piezas de arte a países como Cuba, durante la V Bienal de la Habana, en 1994 o por su participación en 1995 en la Feria Artesanal de Chile. En el año 2002 viajó a Valencia, España, donde participa en una exposición colectiva de pintura.
El trabajo formativo de Baroni fue muy amplio, desde 1992 impartió cursos sobre “Talla en Madera”, visitando a tales fines el Colegio de Licenciados de Maracay, estado Aragua (1994), dictó cátedra en la Maestría de Cultura Popular “Simón Díaz” en Maracay (1993), junto a su hijo Marcos Sánchez realizó talleres de talla por todo el estado Trujillo, impartió talleres de creatividad a niños, niñas, adolescentes y adultos en el municipio La Ceiba (1995), dictó dos talleres denominados “Pueblos y Tradiciones” en los estados Guárico y Lara (1995), participó como facilitadora en el Taller de madera, teatro y canto”, organizado por los docentes del Grupo Escolar Carabobo, en Trujillo capital (1996), por nombrar una ínfima parte del trabajo de capacitación que infatigablemente llevó a cabo a lo largo de toda su vida.
Aleafar: su paraíso terrenal
A pulso levantó “Aleafar”, ubicado en Betijoque, donde dio rienda suelta a su imaginación, recreando en cada detalle el lugar perfecto de sus sueños. Quienes visiten éste espacio encontrarán, además de paz, una extensa plantación de árboles que sirven de marco a un zoológico, la “Plaza de los enamorados”, el Salón de “La Virgen del Espejo”, la “Sala de los Diplomas” y su muy peculiar “Mausoleo”, quizá uno de los espacios que mayormente llama la atención de los curiosos, ya que en él alberga desde hace años el ataúd donde Rafaela deseaba ser sepultada, área que decoró con su particular estilo, al igual que su distintivo vestido azul, que aguardó paciente la hora final para partir al lugar sin retorno, con su peculiar dueña.
Desde “Aleafar”, su personal paraíso, recibía a diario a centenares de estudiantes de todos los niveles académicos que encontraron en este taller-museo-zoológico, un fascinante objeto de estudio, siempre guiados por la misma artista, quien de manera entusiasta narraba anécdotas de su vida y de su “muerte y resurrección”, a consecuencia de dos ataques catalépticos, que caracterizaron su existencia.
Reconocimientos
Su abultada trayectoria la hizo merecedora del Premio Nacional de Cultura Popular, en el año 2006, primer premio Consejo Nacional de Cultura (Conac), renglón Arte Popular 1998, premio “Rafael Vargas” en la III Bienal de Arte Popular “Salvador Valero” 1990, III Bienal de Arte Popular 1992, IV Bienal de Arte Popular “Salvador Valero” 1999. Recibe la Orden “Andrés Bello” en su I Clase por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, Orden República Bolivariana de Venezuela y Premio Único Ciudad de Maracay, 2004.
El nombre de Rafaela Baroni fue conocido en el mundo entero al ser galardonada con el premio “Mujer de la Tierra”, otorgado por la trasnacional AVON, siendo la única venezolana en alzarse con el mimo. En 1995 se le rinde homenaje por su obra y trayectoria como “Maestra Artífice”, en la II Muestra Iberoamericana de Artesanía, celebrada en el Teatro “Teresa Carreño”.
Para 1997 la Universidad de Carabobo la distingue con el título “Mensajera de la Paz”, durante el II Foro de Arte Popular, luego de lo cual la revista española DATE, publica un artículo reseñando la vida y obra de esta destacada figura.
Cine y literatura
Inquieta en su búsqueda de medios que le permitan expresar su mundo interior, Rafaela Baroni incursionó en la literatura, plasmando en papel toda la poesía que brotaba de sus labios, ligera y sin esfuerzo, publicando el poemario “Mensajes de Amor”, pero también sirvió de inspiración para otros; tal es el caso del libro “Baroni: un viaje”, del escritor argentino, Sergio Chejfec, publicado por ediciones Alfaguara en 2007.
La vida de Baroni fue, y lo será siempre, material de trabajo para cineastas venezolanos que vieron en ella la modelo ideal para figurar la magia, colorido e ingenuidad del arte popular venezolano. Es así como en 1994, Beatriz Lara, estrena en la Cinemateca Nacional, en la ciudad de Caracas, el cortometraje “La Mujer del Encanto”, galardonado con el premio “Monseñor Pellín”, mención especial. Ese mismo año el Gobierno Nacional de entonces crea la fundación “Rafaela Baroni”, destinada a capacitar y vincular a jóvenes talentos con el panorama artístico.
En su larga trayectoria artística Baroni participó en más de doscientas exposiciones individuales, entre las que se cuentan “Devoción entre cielo y tierra” (Sala de exposiciones Cantv, Caracas 1984), “Religión y Mito de Pájaro y Santos” (Museo de Arte Popular de Occidente “Salvador Valero”, Trujillo 1985), “Cielos de Madera” (Museo “Alberto Arvelo Torrealba”, Barinas 1985), “Viaje al Encanto” (Sala de Exposiciones del Distrito Federal, Caracas 1986), “Rafael y Aleafar” (Complejo Cultural Recreativo “Sol Inino”, Maracay 1989), “Santos de mi devoción” (Sala de exposiciones de la Secretaria de Cultura, Maracaibo 19919, Muestra Antológica “La Mujer del Encanto” (Petare, Caracas 1991), “Cantares de Vida y Muerte de una Artista Popular” (Secretaría de Cultura de Maracaibo, Estado Zulia 1991), Exposición Didáctica Itinerante “Los Ojos del Búho y Casa de Hablas” ( Jajó, Trujillo 1992), “Conjugando auras y aureolas del Amor de Rafael Baroni” (Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, 1993), “Reflejos y Manuscritos del Universo de Rafaela Baroni” (Sala de Arte del Sur, Puerto Ordaz, estado Bolívar), “Yo soy un ángel” (Museo “Jacobo Borges”, Caracas 1997, entre otras.
Y en colectivo, en el las Ferias Artesanales de Chile (1985), III Encuentro de Creadores Populares (Museo “Rafael Vargas”, en Cabimas, estado Zulia), exposición “Madera de pueblo y sueño” (Museo de Petare, 1992), III Bienal Bárbaro Rivas (Petare, 1992), IV Bienal de Arte Popular “Salvador Valero” (Trujillo, 1992), “Cinco Magos para una fiesta” (Antiguo Ateneo de Valera, 1993), V Bienal de La Habana Cuba, “210 años de la Fundación de Betijoque”, primera colectiva regional de Artista de Occidente (Maracaibo, estado Zulia), Salón Nacional de Artesanía y Arte Popular, Museo “Jacobo Borges”, Centro de Arte “Lía Bermúdez” (Maracaibo, Zulia), “Leyendo Maracay” (Salón Mario Abreu”, Aragua 2003), por nombrar algunas.
No resulta sencillo resumir el amplio trabajo de Rafaela Baroni, cuya voz se alzó imperecedera, convirtiéndose en patrimonio y en símbolo de la venezolanidad, una artista universal con sello trujillano.
Prensa Gobierno Bolivariano / Incaet Griselda Castellanos
Gráficas: Pedro Torres.-