La noción de pueblo de Vicente Emilio Sojo

Dos cosas resultan curiosas y conmovedoras en la biografía de Vicente Emilio Sojo. Según el cronista guatireño, Aníbal Palacios, el pueblo donde nació y vivió su infancia y su juventud, depositó en él la esperanza de una brillante carrera lejos de la “aldea” donde adquirió los rudimentos de la música, de manos del maestro Régulo Rico, y adquirió un amor inquebrantable por los sonidos de su infancia.

Por otro lado, su enorme trascendencia en el panorama de la música venezolana y el cosmopolitismo al que le obligó luego la vida al ascender los peldaños de la gloria como artista, no impidieron que el sentido de pertenencia del maestro por su terruño dejara de ser innegociable. Palacios califica este hecho como una “pasión pueblerina”.

Eso debe darnos luces sobre las circunstancias que permitieron que este muchacho provinciano, hacedor de tabacos criado por su madre, sus tíos y vecinas, dividiera en dos la historia de la música venezolana, un antes y un después que trasciende lo académico y tiene que ver con la identidad.

Se dice de él que fue tanto un renovador como un protector del pasado musical de Venezuela. Junto a Blanca Estrella de Méscoli, Antonio Lauro, Ángel Sauce, Gonzalo Castellanos, Teo Capriles, Víctor Guillermo Ramos y Pedro Antonio Ríos Reyna, entre otros, fue el creador de la Escuela Nacionalista y para más señas, responsable de la recopilación de un amplio repertorio de canciones populares venezolanas del siglo XIX y comienzos del XX, incluyendo por lo menos 50 aguinaldos que de lo contrario se habrían diluído en el olvido, como el entrañable Niño lindo.

Otro cronista guatireño, Guido Acuña, habitual en las correrías de niño sobre las mismas calles de pueblo de su paisano, escribió en su biografía Maestro Sojo: “Una infancia y una adolescencia de semialfabetismo no podía cubrir esa lírica ambición de entonces como para entender sus triunfos; lo sentía, en el pobre descobijo de la morada simple, que en la ciudad grande un hombre grande crecía aún mas desde aquella humilde vivienda. ¿Por qué hubo de irse tan lejos para poder su nombre cobrar sonoridades?

 

 

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