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Gráfica: Cortesía
Después de haber superado gigantescos desafíos durante los últimos tres años de terribles agresiones imperialistas, se abre un escenario de profundización de nuestra contraofensiva política y de inicio de la recuperación económica.
En este año 2021, la tarea económica se ubica como principal prioridad dentro de todos los objetivos de nuestra agenda política nacional. Para cumplir, se ha establecido una estrategia coherente y realista, compuesta por políticas e iniciativas en todos los ámbitos de la vida nacional y en el contexto internacional.
Entre esas tareas destaca la necesidad de profundizar el diálogo. La conjunción de todas las fuerzas nacionales en torno a la necesidad de reactivar el aparato productivo es absolutamente indispensable. Confianza y estabilidad son condiciones claves a desplegar sobre la base del diálogo y debate, que nacen de nuestro victorioso programa político de paz.
Por otra parte, las sanciones imperialistas son la principal causa del desplome económico del país, por lo que tenemos que desarrollar una estrategia dirigida al desmontaje del bloqueo. Eso no ocurrirá como consecuencia de la buena voluntad del criminal gobierno yanqui, sino de la presión que generan nuestras victorias internas, así como nuestras iniciativas y alianzas internacionales.
Un punto esencial de la agenda económica es la reactivación de las inversiones. Dentro de la ecuación productiva, las inversiones constituyen una variable crucial ausente. Las sanciones imperialistas se han traducido en el deterioro extremo de dos motores esenciales del crecimiento económico que aportaba el Estado: inversión pública y divisas para adquirir importaciones. Ante ello, el sector privado nacional y extranjero debe activar su capacidad financiera y productiva.
En ese sentido, un instrumento de trascendental importancia es la Ley Antibloqueo. Acá se exigirá al máximo la capacidad política, económica y diplomática de las instituciones del Estado y de la Revolución Bolivariana para traducir los postulados de dicha ley en iniciativas productivas.
Por las mismas condiciones de nación petrolera, nuestra prioridad en la captación de recursos es el sector de los hidrocarburos. Esto no excluye esfuerzos en el resto de la economía, pero es el sector petrolero-gasífero y, en menor grado, el minero, los que pueden generar los efectos reactivadores de la economía en su conjunto.
Sin aumento de la producción, no se podrán solucionar los graves problemas de la nación. Obviamente, no es suficiente con esto, pero sin ello no podremos avanzar en ningún aspecto de las tareas económicas ni político-sociales del país.
Un tema clave es la inflación, con sus demoledores trastornos sociales. Ninguna economía logra desarrollarse bajo semejantes presiones inflacionarias, ninguna nación logra la estabilidad social bajo este flagelo. Se trata de un fenómeno multifactorial con raíces estructurales (la especulación y el rentismo), cambiarias, monetarias, financieras, estrechos vínculos con la escasez, la distribución mercantil, etc.
Esa naturaleza del problema reclama una respuesta igualmente multidimensional, donde articulen estrategias de recuperación productiva, coherencia en las políticas macroeconómicas, fortaleza institucional, así como una gran ofensiva política-popular.
Todo este esfuerzo económico tiene como objetivo esencial el bienestar del pueblo, la justicia social, la estabilidad política nacional, el fortalecimiento de la soberanía.
En cuanto al tema social, tenemos que destacar la necesidad imperiosa de crear las condiciones para la recuperación sostenida y sustentable de los salarios, el fortalecimiento del sistema de seguridad social y de las políticas sociales, el mejoramiento de los servicios públicos. Los efectos del bloqueo sobre estos aspectos, que determinan los niveles de bienestar de la población, han sido realmente criminales.
A partir de los cambios en la correlación de fuerzas a favor de la Revolución Bolivariana en lo nacional e internacional, que revela la derrota estrepitosa de la política de bloqueo yanqui, los golpes sufridos a la diplomacia estadounidense de aislamiento de nuestro país, la sólida cívico-militar bolivariana, gran la ofensiva popular del chavismo, el escenario claro ahora para muchos sectores nacionales e internacionales que se había mostrado escépticos frente a nuestro país a raíz de la grosera injerencia gringa en nuestro país, todo ello aunado a una correcta estrategia económica del gobierno nacional bolivariano, abre las compuertas para convertir este 2021 en un año de avances significativos en el frente económico.
Todavía quedan grandes obstáculos y dificultades por superar, pero, sin lugar a dudas, existen nuevas condiciones para consolidar la estabilidad del país y arrancar con la recuperación productiva nacional.