El 5 de enero de 1820 llegó el Libertador a Bogotá, cabalgando durante un mes, con pocos descansos había recorrido los más de mil kilómetros que existen entre la ciudad de Trujillo y Santa Fe; lo habían acompañado en tan largo trayecto, entre otros el General Sucre y el Coronel Daniel Florencio O’Leary; llevaba en su mente los dos grandes proyectos que lo mantenían despierto en su hamaca durante las noches: la incorporación de Guayaquil y Quito a la unión colombiana y la liberación de su patria Venezuela. Quería estar en ambos sitios al mismo tiempo, sentía que su presencia era un motor seguro y eficiente para desencadenar los sucesos.
Una carta firmada por Pedro Briceño Méndez para el Coronel Mariano Montilla dice: “no pudiendo su excelencia el Libertador ocuparse por el momento sino del restablecimiento de su salud, desgraciadamente alterada, no me es permitido darle instrucciones, por fortuna su excelencia empieza a mejorar”; existen evidencias de que bolívar se enfermaba, tenía sus dolores, había cumplido 37 años y una voluntad de hierro, su resistencia era muy grande; solo pensar en un viaje a caballo entre Trujillo y Barinas: serranías y rutas escabrosas, largas jornadas, alturas superiores a los tres mil metros sobre el nivel del mar y descensos complicados en la selva del pie de monte hasta los calores de la llanura, nos dará una idea de la fortaleza de cuerpo y corazón; en pleno viaje concibió la próxima campaña sobre Venezuela y lo único que le faltó fue llamarla campaña de Carabobo; tenemos un documento de puño y letra de Sucre en el que le dicta el plan de campaña para el año 1821: en el primer artículo dice que los seis meses y armisticio se cumplirán el 16 de abril y que entonces será el 26 de mayo cuando comenzaran las hostilidades, el documento tiene 16 puntos en los que detalla una cantidad de operaciones militares, pero permítanme decirles que en el número 12 dice: “si los enemigos concentraran sus fuerzas y las reunieran en un solo cuerpo será en las cercanías de Valencia, entonces el ejército de occidente podrá juntarse a la guardia y el General Urdaneta obrará con la más grande prudencia para batir al ejército español”.
Se adelantaba así en casi seis meses al día 24 de junio de 1821 y al lugar Campo de Carabobo.
La experiencia de más de 10 años de guerra y el conocimiento de los territorios, unidos al dominio y confianza en sus hombres habían convertido a Simón Bolívar en un comandante, un estratega, un iluso, un estadista y un diplomático sin igual para aquellos tiempos de 1821.