Tinta cruda: La rapiña inglesa

Por: Alfredo Carquez Saavedra

Que en el caso del oro secuestrado en Londres por los tribunales de la corona inglesa, estos hayan actuado tal y como lo ha hecho a lo largo de su existencia, no es asunto de extrañarse. Lo verdaderamente noticioso, es decir, lo extraordinario sería que hubiesen respetado la propiedad ajena, las leyes internacionales y el principio de la soberanía de los pueblos.

Al mantener el oro venezolano en sus arcas, el Reino Unido intenta legitimar un nuevo acto de piratería, con la excusa de la existencia de un supuesto gobierno narniano encabezado por Juan Guaidó, quien en su delirio nombró en algún momento una fulana directiva del Banco Central de Venezuela.

Tal hecho muy bien se explica por la conducta históricamente delincuencial británica que desde siglos ha dejado evidencia de sus crímenes en los cinco continentes. El gobierno de Isabel II, al igual que su pariente, Isabel I, demuestra así su adicción incorregible por el filibusterismo y la rapiña.

Francis Drake, Jhon Hawkins, Edwrard Teach, Amías Preston, Walter Raleigh, Henry Morgan (lista a la que habría que agregar a Boris Jonhson), son algunos de los nombres de los antiguos criminales marinos que, a nombre corona inglesa, acosaron, saquearon, asaltaron, robaron, violaron y asesinaron miles de pobladores americanos a partir de la segunda mitad del Siglo XVI.

Para ilustrar un poco las actividades de los forajidos ingleses del mar citamos lo que cuenta el expresidente dominicano Juan Bosch (víctima de la piratería estadounidense) en su libro “De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, Frontera Imperial”: “en marzo de 1669 estaba el terrible Henry Morgan en Maracaibo…ya en la ciudad procedió a torturar con refinamiento a los vecinos que no le decían dónde tenían guardadas sus riquezas en oro, plata y joyas…En las tres semanas que Morgan pasó en Maracaibo fueron sometidos al tormento unos cien padres de familia”.

Pues bien, el Tribunal Superior británico, siguiendo la tradición de los arriba mencionados, falló el viernes pasado a favor de la banda de Guaidó con el objetivo de impedirle a la República Bolivariana de Venezuela poder recuperar las 31 toneladas de oro secuestradas por el Banco de Inglaterra, monto equivalente a unos a los 1,2 millardos de dólares.

Por razones que solamente pueden argumentar quienes siempre han vivido del despojo, el asalto, y la violencia, el sistema judicial de su majestad británica prefiere reconocer a un pelele otrora ungido por Donald Trump, y no a quien haya sido electo por el voto popular. Y esta decisión se explica también porque así el oro venezolano retenido sigue generándole dividendos a la corona isabelina.