En vísperas de la llegada del Niño Dios, en las familias trujillanas se despierta el encanto, la emoción y el ingenio por la elaboración de los pesebres que evocan el nacimiento de Jesús en Belén.
Entre vivos colores, luces brillantes y la creatividad de quienes elaboran la morada de El Salvador, se pone de manifiesto la unión familiar y colectiva envuelta por el espíritu navideño y el amor fraterno.
En Trujillo, los nacimientos elaborados en los hogares, las instituciones y las comunidades, reflejan, en su mayoría, las particularidades de esta tierra de gracia. Tal es el caso del pesebre andino, también conocido como pesebre campesino, realizado por la joven Luisana Delgado, quien con su talento para hacer muñecos de trapo confecciona las figuras que dan vida a su creación.
“Es un pesebre con elementos particulares porque tiene sus estampas características, como lo es María, José y el Niño Jesús campesinos, también están los tres Reyes Magos que son tres campesinos que le ofrecen al Hijo de Dios maíz, caraotas, entre otros rubros que se producen en estas tierras. De igual modo está la lavandera, el leñador, las cantoras que le hacen parrandas al Niño y un sinfín de personajes que lo nutren”, explicó Delgado.
La trujillana aseguró que la idea de realizar un pesebre campesino busca mostrar cómo es el pueblo andino; es decir, la manera en que éste se refleja en el nacimiento, “es por ello que hemos creado un movimiento donde seguimos incorporando a otras muñequeras que divulguen este concepto de pesebre, en el rescate de la vida en nuestro estado, cuya tierra hermosa nos convoca a la hermandad, pues, como diría una célebre pieza musical: Trujillo es un pesebre de eterna navidad”.
Una tradición que va de generación en generación
Para Gabriel Gómez, quien por más de 40 años se ha encargado de la elaboración del pesebre, la importancia de esta tradición radica en vivir la Navidad como esa época en la que entre familia y amigos se reúnen para celebrar la llegada del hijo de Dios y el renacimiento de la esperanza en los corazones.
A lo largo de los años, Gómez ha ido perfeccionando e incorporando nuevos elementos a la creación de su pesebre. “Hoy en día ya lo tengo (el nacimiento) con todas las estaciones que representan aquella época en Belén”, indicó.
Refirió que los pesebres trujillanos, a diferencia de los demás, tienen una carga significativa por la colocación de otros elementos, “nosotros nos esmeramos más para hacer distintas las estampas que marcan el proceso desde que fue concebido el Niño Jesús hasta su nacimiento”.
Gómez recalcó la importancia de legar esta tradición a las generaciones futuras para mantener el arraigo trujillano, así como enriquecer el amor y la esperanza.
Comunidades llenas de espíritu
En Trujillo también es común ver la unión entre vecinos para la elaboración del nacimiento en su comunidad. La decoración de las calles y el fervor propio de la época abre paso a la mayor creación: el pesebre, en que participan desde niños hasta adultos mayores, quienes aportan su granito de arena en función de mantener vivas las tradiciones decembrinas.
El escultor Rafael Martorelli, habitante de El Recreo, municipio Trujillo, señala que en su comunidad por años se han encargado de elaborar pesebres vistosos y originales, partiendo de la utilización de material reciclable y/o natural.
“Cada año hacemos el nacimiento de diferentes maneras para que la gente aprecie nuestro arte”, señaló.
El regocijo y la celebración por la llegada de la Nochebuena reina en cada rincón del estado Trujillo, donde las familias, frente a sus pesebres decorados con casitas, rebaños, montañas, fuentes, lagos, caminos y el humilde establo donde María dio a luz a Jesús, aguardan el momento más relevante y esperado de la época decembrina: el nacimiento del Hijo de Dios.