Una tarde de julio de 1821, llegaron las buenas noticias al valle de San José de Cúcuta, el ejército republicano había triunfado en las sabanas de Carabobo y el león ibérico herido de muerte se había refugiado en las murallas de Puerto Cabello; al día siguiente 23 de julio los diputados del congreso se reunieron en su sede de la Iglesia de la Villa del Rosario y entre otras cosas planteadas para glorificar a los vencedores, se firmó un decreto para la construcción de un monumento en el lugar de la batalla, una columna ática para inmortalizar a los héroes que hicieron posible la liberación de la patria; pasaron más de 40 años en la espera del cumplimiento de aquella orden, hasta que se levantó en 1865 una simple columna de madera sin adornos ni letreros, alusivos al magno acontecimiento, que fue derribada en 1901 y a la que los pobladores llamaban “el palo de Bolívar”; en el mismo lugar se inició la construcción del monumento y el 31 de marzo de ese mismo año se inauguró una hermosa columna ática por orden de Don Gerónimo Maldonado, un merideño gobernador de Carabobo que gastó 14.600 BS en la obra levantada sobre un cimiento romano, tenía unos 10 metros de altura y fue diseñada por el escultor Giulio Roversi, un italiano de Bolonia que vino a Venezuela para trabajar en la empresa ferroviaria y terminó dedicado al moldeado del mármol. Después y en tiempos del General Gómez el 24 de julio de 1821 y para la celebración del centenario de Carabobo se levantó un arco del triunfo, hermoso monumento formado por dos columnas de 28 metros que se juntaron en las alturas con un arco que significa la paz y la victoria; fue diseñado por los arquitectos Alejandro Chataing y Ricardo Razetti, encargado de los ornamentos, relieves e inscripciones del escultor Lorenzo González Cabrices. Dicen que el dictador tachirense fue a la inauguración de la obra y quedó muy agradecido, sin embargo, se le escuchó decir que allí en aquel campo de gloria hacía falta algo más, pues se sabe muy bien que Gómez era un ferviente seguidor de la obra del Libertador, había nacido el mismo día que el héroe, y siempre mantuvo un perfil de comparación con el caraqueño desde aquella asonada militar a la que llamó revolución libertadora, el dictador siempre aspiró a pasar a la historia como un segundo libertador.
Llamaron a concurso para la construcción de un monumento de grandeza y el proyecto que se llevó los mayores elogios correspondió al escultor español Antonio Rodríguez del Villar, los trabajos se iniciaron en 1927, las fundiciones de bronce se llevaron a cabo en Europa y se sabe que cuando el maestro del Villar exponía sus planes correspondientes a la base de la obra, el General Gómez exigió que las piedras que conformarían el altar de la patria provinieran del sitio de la puerta, en la región en que se mueve el río Guárico hacia las llanuras venezolanas y donde los republicanos sufrieron tres derrotas durante la guerra; Gómez deseaba que las piedras ensangrentadas testigos del infortunio permitieran honrar la causa republicana en Carabobo, campo en donde las armas de la patria vencieron a los invasores en dos oportunidades; el 17 de diciembre de 1930 centenario de la muerte de Bolívar, se llevó a cabo la inauguración de aquella obra monumental, que dentro de los mucho detalles referidos a la batalla, presenta al Libertador en las alturas en actitud de mando supremo del ejército.
La campaña de 1821 es un ejemplo de la constancia y organización en la estrategia militar; cinco ejércitos coincidieron en la encrucijada de las sabanas de Carabobo para el sello de la independencia de Carabobo, cada vez iremos a aquellos cielos para sentir la fuerza en el accionar de nuestro Simón y el orgullo de saber que Venezuela tiene el monumento histórico más grande e importante de América.
Ubaldo García
Gráfica: Referencial