Como ya acostumbra Jack Martínez volvió a dejar su impronta a los fanáticos de la LPB con su usual franqueza y sencillez.
“Fueron alrededor de 10 temporadas. Venezuela es mi segundo país, mi segunda casa. Una liga (LPB) física, la más física después de Brasil. Se defiende fuerte. Para mí no fue difícil encajar”, expresó sin titubeo Jack Martínez sobre Venezuela y la Liga Profesional de Baloncesto.
El jugador dominicano llegó a Venezuela en 2002 para sumarse a Panteras de Miranda: “La pretemporada fue muy buena. No estaban aún Carl Herrera ni Richard Lugo. Ronnie Thompkins y Arnaldo Amundaray también eran parte del jugo interior. Los primeros 10-12 juegos no tenía mucha oportunidad por todos esos caballos que había. Me daban seis-siete minutos de juego. Después estaba muy molesto con Néstor Salazar. Él estaba muy presionado. Yo no estaba para ser banco. Al final se dieron las cosas y terminé jugando y llegamos a la final ante Trotamundos de Carabobo y ese equipo estaba muy fuerte, muy profundo y Diego Guevara fue la clave. Mi nombre dejó huella allí”.
“En 2008, (Luis) Bethelmy era un chamito, ‘Zancudo’ (Jesús Centeno) era un chamito, Henry Páez, que en paz descanse. El caso es que era un equipo de puro muchacho. Yo también era joven, 24-25 años. No apostaban mucho por nosotros. La cosa fluyó. De los cuatro o cinco años que yo jugué con Cocodrilos casi no hubo cambios de importados, gracias a la gerencia. Fueron logros para todos. Nunca se me hizo difícil involucrar a todos los jugadores. Cada quien hizo su trabajo”, resumió Martínez sobre su exitoso paso por la divisa del Parque Naciones Unidas.
El ala-pívot acumuló más de 3 mil rebotes y 4 mil puntos en la LPB: “La rivalidad más grande que yo he tenido es Marinos Cocodrilos en mi vida profesional. Sin lugar a dudas. Jugar cocodrilos marinos era como otro torneo. Otro ‘flow’. Valió la pena en muchos sentidos y las dos fanaticadas quedaron satisfechas”.
Tanto dentro como fuera de la cancha, Martínez dejó sello. Se hizo famoso por el célebre ‘¡No pueden!’: “Saliendo hacia el camerino, en un juego contra Guaros (en Barquisimeto), los fanáticos me estaban molestando. Keving Palacios me dice: ‘¡No pueden!’ y yo le replico igual. Y allí nos enganchamos. Eso ayudó muchísimo. Cada jugador siente diferentes cosas: siente presión antes del juego, durante el juego. Mientras más unido esté el equipo, mejor iban a ir las cosas. Eso animaba mucho, ese grito”.
“Mi juego era físico, pero no para lesionar a nadie. Si no, para sacarlo de sus casillas. Cuando lanzaban el balón, yo tenía ya un 92% de certeza de hacia dónde iba el balón. Y allí aprovechaba para bloquear al contrario y tomar mi rebote”, expresó Martínez sobre su modo de solventar la falta de estatura y tomar los rebotes.
Jack Martínez también se enroló con Guaros de Lara y Trotamundos de Carabobo en la LPB.