Cuando llegaron las noticias del grito de independencia de 1810 a Carache, la gente se reunió para negar el apoyo al desorden y a la locura de los caraqueños, después cuando supieron que en la ciudad de Trujillo se había formado una junta de gobierno en contra del rey todos los caracheros se fueron a la iglesia para encomendarse al patrono San Juan Bautista y preparar la pelea, pues desde sus orígenes aquellas familias habían abrazado la existencia del rey enviado de Dios, la defensa de la monarquía y de la religión estaban ligadas a la vida de las personas, por lo que no podían entender su existencia sin el suave yugo de Fernando VII; algunos de los más resueltos se fueron a Carora para presentar su apoyo al Padre y Coronel Andrés Torrellas, un capellán realista que atendía a sus feligreses en la iglesia usando una espada en la cintura, un par de pistola sobre la mesa en la que oficiaba la misa del domingo y un vozarrón con el que asustaba a cualquiera cuando gritaba desde el púlpito “ viva el rey”.
Durante 300 años los métodos de dominación de la monarquía y la iglesia habían preparado a la población para negar su propia libertad. En 1813 Bolívar envió a la vanguardia sobre Carache para dominar los territorios que siempre fueron monarquistas, después en los días previos a los tratados de armisticio el Libertador volvió como para refrendar la presencia republicana y el 14 de octubre 1820 emitió una proclama “el ejército patriota ha marchado por entre las bendiciones de los pueblos rendidos a la libertad. Se nos ha ofrecido constitución y paz: hemos respondido paz e independencia. Que nadie tema al ejército libertador, que en su bandera lleva los colores del iris y que no desea empañar sus armas con la muerte”.
La mente de Bolívar se debatía entre la paz y la guerra pero mantenía muy claro el objetivo que era la independencia de América; al día siguiente por entre las secas montañas en el camino de Miquía la comitiva siguió su andar al pueblo de Burbusay, un lugar en la geografía trujillana donde el patriotismo brota espontáneo en la población, eran los días en que se buscaban sitios adecuados para la permanencia de los batallones que entrarían en el armisticio, era necesario el compromiso de los curas del pueblo y de los tenientes de justicia para la recolección de granos y víveres, caballos y reses para la manutención de los cuerpos del ejército que actuarían después de la tregua, existen evidencias de que se organizaba también la milicia y se repartieron fusiles en los pueblos de la cordillera.
Cuenta la memoria oral de la gente de Burbusay que Bolívar fue recibido en la casa grande del Padre Antonio José Durán, un sacerdote comprometido con la lucha y que con la noche disfrutaron de la música, sonaron los golpes de las bandolas y el Libertador se deleitó bailando con las muchachas del pueblo.