A siete meses de la búsqueda virtual de Carlos Lanz

Luis Perales
Gráfica: Referencial

1. A siete meses de la desaparición forzada de Carlos Lanz, su búsqueda es virtual. Tal vez sea este el adjetivo con el cual pueda calificarse la búsqueda de Carlos Lanz emprendida por las autoridades venezolanas, es decir, que dicha búsqueda aunque tiene virtud para producir un efecto, no lo produce.

Virtud significa propiamente poder, fuerza, pero no solo la voluntad de tener ese poder, esa fuerza, así como tampoco aparentarla como el perro cuando muestra sus dientes y gruñe pero nada más. La virtud debe demostrarse pues de lo contrario es su antítesis. La virtud además es, en modo general, respecto a una cosa lo que completa la buena disposición de la misma. Por lo tanto, virtud, podría decirse, es aquello que hace que una cosa sea lo que es.

Pongamos por ejemplo un escenario, sobre las tablas un grupo presto a presentar un espectáculo musical anunciado con carteles, bombos y platillos, supongamos una sala llena llamada por dichos anuncios, un público ansioso por escuchar el espectáculo y tal vez para bailar luego de que se escuche el sonido del primer acorde, pero pasa el tiempo y el grupo “musical” no toca nada, no dice nada. Luego de dos horas, las pautadas para cualquier presentación de este tipo, los aparentes músicos se bajan del escenario y nada ha ocurrido. Entre los asistentes por lo menos, entre muchas, dos preguntas surgirían sobre este hecho ¿Era un concierto musical a lo que los habían invitado? ¿Eran músicos los que estaban sobre el escenario?. Obviamente a la primera pregunta se le tendría una respuesta tajante, es decir: no; y la segunda no más que dudas pudo haber dejado.

2. La virtud tiene un ejemplo en hombres como Carlos Lanz Rodríguez, donde no encontramos contradicción entre su prédica y su práctica como sujeto revolucionario. Ser revolucionario es estar consciente del tiempo histórico en el cual le ha correspondido vivir y luchar por transformar la realidad de dicho tiempo en tanto a la oscuridad y al dominio de las sombras que mantienen en yugo a la especie humana. La lucha revolucionaria en cualquiera de las facetas que se asuma, desde el campo de la intelectualidad a la lucha armada, de ser necesaria, es lo que define al revolucionario. “Este tipo de lucha – decía el Che Guevara a los guerrilleros de Bolivia – nos da la oportunidad de convertirnos en revolucionarios, el escalón más alto de la especie humana, pero también nos permite graduarnos de hombres.”

La lucha revolucionaria es una lucha patriótica, pero en esencia es la lucha por la libertad del ser humano. Ahí encontramos a Carlos Lanz como investigador, educador, militante revolucionario o guerrillero. En Carlos Lanz encontramos al hombre que salió de la caverna y regresó para liberar a sus hermanos aún en cadenas, señalando a los charlatanes que los mantienen en tal situación, y esto solo lo emprende un ser humano, a decir de Kant, con fortaleza moral inquebrantable en el cumplimiento del deber.

En este mundo moderno donde vivimos en la antítesis de la virtud, y donde su ley pretende gobernarnos al deshumanizarnos, es menester seguir los pasos del maestro hoy desaparecido o secuestrado, apartarnos del mundo virtual y reclamar su búsqueda en la magnitud que lo merece un tiempo que se vanagloria de ser revolucionario en el espíritu que reclama la Patria.