Misión Verdad
Gráfica: Cortesía
El escenario político próximo, programado este año dentro de las elecciones para gobernaciones y alcaldías en Venezuela, supone un conjunto de posibilidades más allá de la elección a estos cargos.
Para el cuadro político en el país caribeño está en disputa la posibilidad de una distensión que podría traer consigo importantes repercusiones. Ella consiste en el regreso parcial o total al ruedo electoral de partidos y dirigentes de la oposición venezolana que se han excluido de las pasadas elecciones parlamentarias.
Pero más allá de ellos, la posibilidad de una elección con estos participantes podría quebrar enormemente la declaración de que en Venezuela “no hay elecciones libres”, que es uno de los nudos críticos sobre los cuales se erigen las medidas coercitivas y unilaterales que se aplican contra el país.
Aunque desde Estados Unidos y la Unión Europea (UE) se ha propuesto llevar a disputa el cargo presidencial de manera extemporánea, las elecciones en ciernes serán claves para discernir la evolución de los escenarios políticos.
LA OPOSICIÓN ABSTENCIONISTA, A DISCUSIÓN
Recientemente Andrés Velásquez, líder del partido Causa R, informó que el “presidente interino” Juan Guaidó pidió a sectores de la oposición reunirse con el fin de discutir si asistir o no a elecciones regionales y municipales. Velásquez señaló que la participación ya se encuentra en debate en la Unidad, pero no han llegado a una decisión.
“Por planteamiento del propio presidente Guaidó vamos a arrancar un debate relacionado con este tema y para lo cual, en lo personal, espero que lo más pronto posible tengamos una decisión definitiva”, expresó en rueda de prensa, desde Caracas, acompañado por Delsa Solórzano, Freddy Guevara y Biagio Pilieri.
Por su parte, la lideresa del partido Encuentro Ciudadano, Delsa Solórzano, aseguró que el objetivo es alcanzar unas elecciones libres, con condiciones y que se restablezca la legalidad a los partidos políticos “que se les devuelvan sus colores, sus símbolos y tarjetas a sus legítimas autoridades”.
Anterior a estos anuncios, que habían estado precedidos por sostenidos rechazos del mismo Guaidó a asistir a unas elecciones “convocadas por el chavismo”, tuvo lugar una visita de una delegación del Reino de Noruega, que recordemos, había efectuado mediaciones entre el chavismo y la oposición afiliada a Guaidó en 2019.
A principios de febrero el Presidente Nicolás Maduro hizo público el acercamiento con dicha delegación para tratar “asuntos de carácter político-diplomático”, sin dar mayores detalles.
Por otro lado, el exdiputado Juan Guaidó confirmó haberse reunido con dicha delegación por cuestiones de “rutina”, sin ofrecer mayores pistas.
Seguidamente el chavismo desde su actual posición de liderazgo absoluto en el parlamento nacional, convidó con los opositores en el Hemiciclo y con factores opositores fuera del parlamento en posición tras bastidores, un nuevo ciclo de postulaciones para una nueva elección de las autoridades electorales del país.
Sin dudas, hay entretelones de la oposición movimientos que apuntan con cada vez más consistencia que los abstencionistas de este sector político puedan lanzarse al ruedo electoral de manera parcial o total.
Podría considerarse que de hecho son las nuevas realidades y las gravitaciones políticas sobre Venezuela, las que están empujando a los opositores abstencionistas a acercarse al ruedo electoral.
Considerando que, en la ausencia de algunos partidos y dirigentes en las elecciones del 6 de diciembre, es un hecho que una nueva oposición ha emergido, cautivando a algunos seguidores de la extinta Mesa de Unidad Democrática y del 4G (Voluntad Popular, Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo) abriéndose paso con denominación e identidad política propia.
La abstención que marcó en gran medida a los seguidores del antichavismo, ha expuesto un capital político que sigue cautivo y que podría participar favorablemente para los partidos del 4G si estos van a una búsqueda de cargos regionales y municipales.
Hay que agregar que aunado al desgaste económico que ha sufrido el país a consecuencia del bloqueo que se ha resignificado electoralmente en la apatía y abstención registrada en diciembre pasado, es evidente que los opositores ven ahora un cuadro de posible fertilidad política en una masa crítica que se mantiene apática, decepcionada y relegada de participar en elecciones por razones múltiples, entre ellas, la de no hallar una representatividad electoral.
Pero el elemento que más los empuja a ir a elecciones y con ello, contribuir aunque no lo pretendan a destrabar el cuadro político interno, ha sido la persistencia del chavismo en el poder y la fallida agenda del gobierno fake de Guaidó y del bloqueo. Estas estrategias, remarcadas y cuestionadas hoy en su evidente fracaso, tienen rasgos claros en el debilitamiento de los consensos que las auparon.
Ya la UE no reconoce a Guaidó como “presidente interino”, adicionalmente el cambio de mando en Washington podría recalibrar su estrategia despojándola del llamado “cese de la usurpación” para ir a unas “elecciones libres”, pero con el Presidente Maduro en el cargo, inhabilitando de facto el fin político de la existencia del “cargo” de Guaidó.
También es evidente, que el fin del ciclo parlamentario sobre el cual se sostenía la “presidencia” de Guaidó, terminó relegándolo más aún de la escena internacional y esto ha sido claramente demostrado en el retiro del apoyo a la estructura diplomática paralela en varios países.
Aunque recientemente el Secretario de Estado norteamericano Antony Blinken tuvo una llamada telefónica con Guaidó y le llamó “presidente interino”, el cambio de ritmo de la Administración Biden ha sido evidente con respecto a Venezuela. Hasta ahora y al menos en la escena de lo narrativo y comunicacional, no cuenta con el mismo ímpetu que tenía la Administración Trump y seguramente instrumentarán el asedio al chavismo desde una posición más discreta e inteligente, pues todas estas posibilidades están atravesadas por una pérdida del interés por Venezuela ante la ausencia momentánea de una disputa electoral en suelo estadounidense que comprenda al estado de Florida como una pieza clave.
¿HABRÁ LA “BENDICIÓN” DE WASHINGTON?
Es evidente que los antichavistas venezolanos están siendo conminados cada vez más por las circunstancias, a abortar la agenda de autoexclusión del ruedo electoral venezolano.
Queda de parte de sus dirigentes que están resueltos a participar, soportar las presiones internas y externas que pretenden obligarlos a quedarse en la agenda de naufragio abstencionista, pero más importante es para ellos aún es darle cauce y viabilidad a un regreso a las urnas sin el llamado “cese de la usurpación”, el cual se consolidó como un mantra político y apuesta narrativa muy difícil de maniobrar ahora que ha fracasado.
Pero el factor denominador y clave para que su regreso electoral sea creíble, es la posibilidad de contar o no con el respaldo de Estados Unidos a su asistencia a unas elecciones, escenario hoy, sumamente difícil de prever.
Entiéndase con todo esto, que las fuerzas opositoras venezolanas lidian ahora con presiones multidireccionales a causa de asumirse como operadores de segundo nivel en la política luego de que la Administración Trump tomó el liderazgo y la tarea en sus manos de destronar al chavismo, sin lograrlo. Cuestión esta que deja un enorme costo que pagan los opositores venezolanos, vale decirlo.
Para ellos, las presiones ahora vienen incluso de la UE, considerando que recientemente esta instancia emitió una batería de medidas coercitivas contra funcionarios y dirigentes chavistas y opositores, catalogando a los opositores de “funcionarios del régimen de Maduro”, por solo haber participado en las elecciones parlamentarias. Aunque esta medida se entiende como exclusiva a los referidos en esa lista de sancionados, lo cierto es que es claramente extensiva y de intimidación a quienes en el antichavismo estén considerando asistir a unas elecciones este año, imponiéndoles nuevas presiones y trabando el cuadro político interno.
Los escenarios previstos este año, no parecen lineales en lo absoluto. Son intrincados y complejos por la multiplicidad de actores e intereses comprometidos e involucrados.
Un escenario posible, consiste en que la falta de unanimidad o las presiones sobre los antichavistas hoy en la acera de la abstención, recaigan profundizando más las divisiones en esas fuerzas. Ello significa que una parte de los abstencionistas regresen al ruedo y otros se mantengan fuera. En ese escenario, que podría ser de los peores, implica que Estados Unidos y sus aliados tampoco reconocerían esas elecciones y continuaría intacto el bloqueo al país.
También implica que los sectores abstencionistas serán cada vez más pequeños, alejados de la política interna y serán operadores exclusivos desde el frente externo, haciendo inviables la lucha contra el chavismo por vías políticas.
El destino de los opositores abstencionistas y con ello una parte clave del encallo político en Venezuela, no tienen definición en Caracas sino en Washington. El nuevo gobierno estadounidense no ha dejado todavía las señales claras y definitivas de su abordaje a Venezuela en la escena abierta.
Hay que aclarar, la referencia a que los destinos de la oposición están en manos de la Oficina Oval, es meramente simbólica. El actual presidente estadounidense quizá ni siquiera esté en las facultades físicas y mentales para decidir estos derroteros (pero este es otro tema), por lo tanto, esto seguramente no está literalmente sobre su escritorio. En realidad, se estaría definiendo tras los bastidores de la burocracia, el cabildeo y los análisis estratégicos, marcas de distinción de los demócratas en el poder y sus estrategias sinuosas.