Con el alma colmada de fe y el corazón al ritmo de la esperanza, miles de venezolanos se congregaron este miércoles en las calles de Caracas para rendir homenaje a los primeros santos nacidos en tierra venezolana: San José Gregorio Hernández y la Madre Carmen Rendiles. Fue una jornada marcada por la devoción, la gratitud y el orgullo de una nación que, tras años de oración y espera, ve consagrada la santidad de dos de sus hijos más ejemplares.
La capital se vistió de blanco, de flores y de plegarias. Las avenidas se convirtieron en caminos de luz donde resonaron cantos, oraciones y testimonios de fe. Familias enteras, jóvenes, adultos mayores y niños se unieron en una sola voz para agradecer los favores recibidos, los milagros concedidos y la guía espiritual que estos santos han representado para generaciones enteras.
San José Gregorio, el Médico de los Pobres, símbolo de ciencia al servicio del prójimo, y la Madre Carmen, la religiosa de la obediencia silenciosa, ejemplo de humildad y entrega total a Dios, son ahora faros de espiritualidad para millones.
Su canonización no solo honra sus vidas, sino que también renueva la esperanza de un pueblo que encuentra en la fe un refugio ante las adversidades, una fuerza para seguir adelante y una razón para creer en el poder transformador del amor y la oración.
Estos santos no solo representan la fe, sino también el espíritu solidario, bondadoso y luchador del venezolano. En ellos se refleja la esencia de un país que, a pesar de los desafíos, sigue de pie, con la mirada en alto y el corazón dispuesto a construir un futuro mejor. Hoy, más que nunca, el país se une en oración. Desde cada rincón de la geografía nacional, se eleva un canto de gratitud, una plegaria de esperanza, una celebración que trasciende lo religioso y se convierte en símbolo de unidad.
¡Venezuela tiene santos! Y con ellos, tiene también una luz que guía, una historia que inspira.