Rara avis es la locución latina que casi siempre le cabe al poeta según el canon del convencionalismo social y la “normalidad”. En el caso de Ida Gramcko (Puerto Cabello, 11 de octubre de 1924 – Caracas, 2 de mayo de 1994), no cabe otra explicación, desde una mirada superficial, pues su comportamiento prematuro, brillantez y profundidad, le hicieron despuntar con fogonazos de locura que se concretaron en el diagnóstico clínico.
Siendo una niña de apenas tres años le dictaba a su madre las elucubraciones que atormentaban a su pequeña cabecita. “Tengo una cosa ahí” le anunciaba antes de soltar sus primeros versos, contó su biógrafa Gabriela Kizer.
De ahí a pasar a ser una arriesgada reportera de apenas 19 años de edad en los primeros días del diario El Nacional, a mediados de 1943, fue un tránsito hacia los extremos de la fascinación por la palabra como un estilo de vida, más que un oficio.
“No se limitaba a escribir crónicas y reportes de sucesos: publicaba artículos que, en realidad, eran ensayos breves; hacía entrevistas inconfundibles a escritores y a pintores” narra Nelson Rivera en Papel Literario. Tan osada en su faceta de comunicadora que se inscribe perfectamente en la condición de pionera del periodismo gonzo o de inmersión, dispuesta a emplearse en un taller textil o en una academia para secretarias a fin de experimentar en carne propia esas realidades laborales.
Ya había recibido laureles como poeta por su primer libro, Umbral, de 1942, cuando contaba con tan solo 16 años. Le siguió una prolongada producción poética que transitó junto a la dramaturgia, los artículos, el ensayo y la narrativa, hasta que ocurrió lo previsible: su cabeza estalló.
En 1959 comienza a mostrar síntomas claros de problemas psíquicos que obligarían a su tratamiento urgente y extremo, con la feliz consecuencia de que en ese estado de semiinconsciencia escribió uno de sus trabajos más admirados: Poemas de una psicótica (1964), dedicado a su madre, en los que la angustia la empuja a deambular los laberintos de la locura con clara valentía frente a su condición.