La victoria de Gustavo Petro en Colombia y su posesión como Presidente de la nación neogranadina ha encendido las alarmas en Estados Unidos, donde se visualiza el posible fin de la llamada “influencia de Washington” en América Latina.
“Es hora de una nueva convención internacional que acepte que la guerra contra las drogas ha fracasado rotundamente, que ha dejado un millón de latinoamericanos asesinados, la mayoría colombianos, y que deja 70.000 norteamericanos muertos por sobredosis cada año por drogas; ninguna producida en América Latina”.
Estas palabras pronunciadas por Petro durante el discurso en su toma de posesión el pasado domingo, cuestiona frontalmente la política estadounidense en el vecino país con el llamado “Plan Colombia”, lo cual podría significar la posibilidad de la finalización de este convenio que ha permitido a EEUU instalar no menos de nueve bases militares en territorio colombiano y garantizar la libre actuación de funcionarios de la DEA, la CIA y su Ejército, así como la implementación de la extraterritorialidad de sus leyes en esta nación.
A esta llegada del primer dirigente plenamente identificado con la izquierda a la máxima jefatura del Ejecutivo colombiano en más de 200 años de vida republicana, se suma lo que parece será el inminente triunfo de Luiz Inácio “Lula” da Silva en Brasil, quien ha dicho públicamente su intención de fortalecer la integración latinoamericana y ha sido crítico de las acciones de Estados Unidos en el continente.
“La verdad es que América Latina no tiene derecho a ser democrática y a cuidar de su pueblo, porque los estadounidenses amenazan a los latinoamericanos como si fueran su propio patio trasero”, ha dicho Lula.
De Obama a Biden
Cuando Barack Obama llegó a la presidencia de los Estados Unidos en 2008, en América Latina se forjaban una serie de mecanismos de unidad auspiciadas por Venezuela, Argentina y Brasil. Fue entre los años 2007 y 2011, donde se dio el nacimiento de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y posteriormente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), organizaciones que apuntaban hacia un relacionamiento de esta región sin la presencia de Estados Unidos y Canadá.
La presencia de Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Felipe Mujica en Uruguay, Néstor Kirchner en Argentina, Lula da Silva en Brasil, Manuel Zelaya en Honduras, Leonel Fernández en República Dominicana, Daniel Ortega en Nicaragua y Hugo Chávez en Venezuela suponían una correlación de fuerza donde la izquierda y el progresismo lideraban y promovían las iniciativas de integración sin Estados Unidos.
Este fue el panorama encontrado por Obama, quien tras ocho años de Gobierno y mediante acciones que incluyeron golpes de Estado militar (caso Zelaya en 2009), golpe de Estado legislativo (casos de Fernando Lugo en Paraguay en 2012 y de Dilma Rousseff en Brasil en 2016), sumado a la victoria de Mauricio Macri en Argentina (2015) y la traición al correísmo de Lenin Moreno en Ecuador (2017), permitieron reconfigurar el mapa político y posicionar a figuras aliadas en Gobiernos con mucha influencia en América Latina por su tamaño y economía.