Hoy comenzaron las pruebas en humanos de Soberana, la vacuna desarrollada por Cuba para combatir en la guerra contra el Covid-19. Con una arquitectura edificada en solo tres meses, este es uno de los 30 proyectos vacunales de 14 de países que han conseguido el visto bueno de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para avanzar a su fase clínica.
Es así como la isla pone a América Latina en el mapa de la investigación científica de punta aplicada al combate de la pandemia que hoy paraliza al mundo. El fármaco está dedicado a Fidel Castro, y según sus desarrolladores, si se confirma su efectividad se comenzará a aplicar masivamente los primeros días de 2021. Su nombre se debe a que en efecto, ni un solo componente de su fórmula viene de fuera del país socialista, y una vez listo, la isla asegura que está en capacidad de satisfacer al cien por ciento su demanda nacional.
“No existe una ocasión previa en la cual la humanidad haya generado tanto conocimiento científico en un periodo tan corto”, dijo entrevistado en la televisión cubana Vicente Vérez Bencomo, director general del Instituto Finlay de Vacunas (IFV), institución cubana dedicada al desarrollo de este tipo de fármacos.
Pero explicó el científico que aún más inédito que la velocidad vertiginosa con la cual se han logrado avances alrededor de la investigación sobre el nuevo coronavirus, es que todo ese capital de innovación científica se ha socializado de forma libre y gratuita entre expertos y laboratorios de los cinco continentes de forma desinteresada.
Entonces, ya que los avances han estado a la mano, caminar a partir de ellos ha garantizado el ritmo y el impulso, incluso en un país de recursos limitados como Cuba.
Cuba, que se ha vuelto soberana a fuerza de bloqueo, con esta vacuna vuelve a dar ejemplo al mundo. Aún así el equipo asegura que en su gesta no hay nada de heroico, sino que sencillamente es un “beso a la patria”. Y más allá de su trabajo dicen que no puede perderse de vista lo realmente importante mientras este proyecto se consolida.