Los mandatarios europeos se postraron ante el jefe temporal del imperio estadounidense, Joe Biden, durante la reunión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte que se realizó durante la semana pasada en Madrid, España.
Esa cita, pomposamente publicitada, mediante la cual Estados Unidos busca tomar un segundo aire que lo aleje algunos centímetros del barranco de la decadencia en la que se encuentra, tuvo como excusa fundamental las supuestas amenazas que Rusia y China, principalmente, representan para el denominado mundo occidental.
La abrumadora campaña publicitaria replicada por numerosos medios del planeta sirvió para dejar atrás, en conveniente y vergonzoso silencio otros sucesos que muestran la verdadera calidad moral de los gobiernos de Europa y, por supuesto, de su casa matriz ubicada en Washington.
Uno de estos hechos rápidamente escondidos bajo la alfombra ocurrió en la frontera que el Reino de España mantiene aún en el norte de África: 37 personas murieron a manos de las fuerzas policiales del Reino de Marruecos y las imágenes e informaciones relacionadas con esta masacre duraron apenas un par de días en medios de comunicación tradicionales y redes sociales.
Más espacio ocuparon la descripción del automóvil blindado (llamado La Bestia) del presidente gringo y la reunión de la primera dama imperial con la reina española. Por cierto, también fueron convenientemente ocultadas las vergonzosas felicitaciones de Pedro Sánchez a las fuerzas represivas marroquíes, autoras materiales del asesinato en masa de inmigrantes africanos.
«Quisiera también agradecer, en nombre del Gobierno de España, la extraordinaria cooperación que estamos teniendo con el Reino de Marruecos y que demuestra la necesidad de tener la mejor de las relaciones, una colaboración estrecha también en materia de interior, en materia de lucha contra la inmigración irregular, que, por desgracia, hoy se ha sufrido en la Ciudad Autónoma de Melilla», dijo Sánchez a prensa de su país, declaraciones en las que además de soslayar los 37 asesinatos, deja colar los “beneficios” de su decisión de abandonar a su suerte a la República Árabe Saharaui Democrática ocupada militarmente por Rabat desde 1979.
Ahora, y para colmo, el gobierno del desteñido Partido Socialista Obrero Español celebra que la OTAN decida abrir un flanco en la frontera sur de Europa, es decir, en su frontera con la pobreza y la desesperación. Las potencias del Viejo Continente se enfrentan con los daños colaterales producto de sus acciones de rapiña. Porque aunque pocos lo digan ese es el resultado de propiciar, financiar y sostener invasiones y guerras como la que terminó por desmembrar un estado nacional como Libia, cuyo pueblo hoy día es víctima de una interminable guerra civil acerca de la cual nadie habla.