Por Roy Daza
Las delegaciones diplomáticas de la Federación Rusa y de Ucrania se reunieron en Estambul y avanzaron en el asunto clave del conflicto: Ucrania renuncia a entrar a la OTAN.
Otras vertientes de la agenda fueron postergadas para futuros encuentros, y lo cierto es que no han cesado las hostilidades, aunque el solo hecho de haberse iniciado las conversaciones da un respiro a los volátiles mercados de las finanzas y de los hidrocarburos, mientras que el precio del gas en toda Europa está por las nubes, y el alza en el precio de los alimentos puede provocar un caos en pocas semanas.
El objetivo de la Casa Blanca es impedir –a toda costa- que Alemania, Italia y Francia se incorporen al proyecto de la Ruta de la Seda que les propone Xi Jinping, el poderoso y firme aliado de Vladimir Putin.
Biden se muestra desesperado, habla de derrocar a Putin, y desde Moscú le contestan que solo el pueblo ruso en elecciones decide sobre quién debe ser su Presidente; y desde Beijín reclaman la política de sanciones, que no tienen fecha ni condiciones, es una especie de castigo sin horizonte. La Carta de las Naciones Unidas quedó para el ejercicio de la retórica hueca.
Ahora bien, es preciso formular algunas preguntas: ¿tiene Ucrania capacidad real de negociar con los rusos? ¿Es soberana la Unión Europea? ¿Qué pasará con los suministros de gas de Rusia hacia el continente europeo, que depende en un 45 % del gas ruso? ¿Cuánto están ganando los vendedores de armas?
Hace dos abriles, cuando el terror que provocó el virus paralizó al mundo, la famosa escritora hindú, Arundhati Roy, dijo que estábamos atravesando un portal, que la humanidad sería otra después de todo lo que había pasado. La pandemia sigue generando muerte y sufrimiento, y ahora tenemos la amenaza de la guerra, con un agravante que no podemos soslayar: no hay ni habrá vacunas que nos protejan de las bombas atómicas.
Que Volodimir Zelensky acepte que Ucrania no entrará a la OTAN puede ser el camino hacia la paz, y hacia un nuevo orden pluripolar y multicéntrico, como lo profetizó el Comandante Chávez, que supo ver más allá de su tiempo.