Chávez siempre presente

 

Por Adán Chávez

En momentos en los que acabamos de conmemorar el noveno aniversario de su paso a la inmortalidad, los Pueblos del mundo mantienen intacto el recuerdo del líder histórico de la Revolución Bolivariana; y a pesar de la tristeza que aún ocasiona su partida física, una gran verdad se levanta como una antorcha por sobre las grandes oscuridades que la hegemonía de la unipolaridad se empeña en imponer: Chávez está más vigente que nunca, y desde las alturas de un promontorio humano y de conciencias rebeldes, parece mirarnos con su sonrisa diáfana y su mirada profunda para decirnos que aún queda mucho por hacer en el largo camino por conseguir la plena y definitiva independencia de la Patria, la unidad de los Pueblos de este continente y la aniquilación del sistema capitalista; sin duda, tres de sus más grandes proyectos históricos.

Como ningún otro líder mundial, el Comandante Eterno fue determinante, desde el llamado Sur del planeta; siendo capaz de superar la indolencia, la apatía, la falta de organización, la desunión y el fantasma de la derrota del socialismo y la izquierda de finales de los años 80; y de aglutinar todo un movimiento popular democrático e impulsar un proceso de emancipación que tuvo su epicentro en Venezuela, pero que se fue expandiendo por las demás naciones del continente.

El Comandante Chávez, como el gran maestro que fue, le dio un lugar trascendental a la memoria y la tradición, a la cultura y las enseñanzas de las oprimidas y los oprimidos, confiriéndole un nuevo significado al paradigma de la Patria, la democracia y la justicia social; concepciones que antes estaban restringidas a la visión puntofijista de la República, basada en el enriquecimiento de unos cuantos privilegiados a expensas del trabajo y la precarización de las condiciones de vida del Pueblo soberano.

Con la Revolución Bolivariana que él impulsó fue saldada la enorme deuda social dejada por los gobiernos sometidos a los designios del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero no solo eso, Chávez estaba convencido de que a la gente había que empoderarla desde el conocimiento, liberarla con las luces del aprendizaje y la educación; algo que Paulo Freire llamó la pedagogía del oprimido; una causa de la cual el Comandante Eterno fue, sin duda alguna, el más genuino abanderado, logrando con ello levantar la conciencia popular en aras de romper las cadenas de la opresión.

Por eso una de sus más permanentes contribuciones fue la recuperación de nuestra historia de luchas emancipadoras, que estaba encapsulada bajo un tratamiento sofisticado de edulcoración, haciendo de Nuestra América Latinocaribeña un compendio novelado y frío de crónicas, muy al gusto de las clases oligárquicas; una realidad que cambió con Chávez, porque el hijo pródigo de Sabaneta de Barinas consagró su vida a rescatar esa memoria y entregarla al Pueblo.

A la luz del marxismo, el cristianismo y el bolivarianismo, logró hacer avanzar el proyecto de construcción de un socialismo con características propias, basado en el humanismo, la justicia, la soberanía y la búsqueda de la mayor suma de felicidad posible. Una «creación heroica», citando a Mariátegui; pues hay que recordar que las revoluciones no son el resultado de un hecho aislado, sino la acumulación de luchas en el paso de la historia. En nuestro caso, como él mismo nos lo hizo saber, de la suma de tantos y tantos esfuerzos, y de vidas enteras entregadas a la liberación.

Otro aspecto del legado del Comandante Chávez que es preciso resaltar es la unidad cívico-militar. Antes de él, la izquierda latinoamericana, con toda razón, no podía guardar ninguna relación con los militares; al punto que el Pueblo miraba a las fuerzas armadas con recelo y hasta con temor, pues no olvidemos que estaban formadas para reprimir a quienes intentaran rebelarse mínimamente contra los poderes establecidos de las clases dominantes.

El Comandante Eterno estaba claro en que los militares son una parte del Pueblo y como tal debían actuar. La rebelión del 4F-1992 así lo confirmó, y si bien hubo errores y aún no se consolidaba esa unidad, esta fue creciendo, tomando cuerpo, y en el golpe de Estado perpetrado en abril del 2002 por la derecha fascista venezolana, esa unidad cívico-militar fue vital para derrotarla.

El otro gran elemento que conforma el pensamiento y la obra del Comandante Chávez es la unidad de los Pueblos para enfrentar el capitalismo; un planteamiento sustentado en el ideario bolivariano y martiano, y que se materializa tras la conquista del poder por la vía electoral y la puesta en marcha de un proyecto liberador a partir del año 1999, que inspiró todo un movimiento continental que llevó a lideresas y líderes populares a la presidencia de países como Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua y Uruguay.

Sin ese cambio en la correlación de fuerzas, habría sido imposible lograr el avance de las ideas progresistas de unidad latinoamericana y caribeña. El Comandante Hugo Chávez fue el principal impulsor y estratega de la integración de nuestros Pueblos, no solo en el ámbito de las ideas, sino en la práctica; siendo preciso señalar, por citar tan sólo algunas experiencias históricas, la ALBA-TCP, Unasur, Mercosur, TeleSUR y la Celac.